viernes, 21 de marzo de 2008

Morés (Un poco de su historia)

(Extracto de la revista ENEBRO, en su 5º aniversario)

De los Pueyo al conde de Aranda

Morés tiene una superficie de 2.129 ha, de ellas están cultivadas 858 ha, siendo de regadío 214 ha, de forestal 169 ha y de prados y pastizales 2 ha.

Tiene una población de 454 habitantes y se encuentra a una altitud de 443 metros.

Los Pueyo estaban presentes en la zona en 1211. Una de las mujeres de Jaime I, Teresa Gil de Vidauré, dejaba a Gil de Vidauré, hijo de García de Pueyo, la villa de Mora (sin duda Morés), quien recibía en feudo de Alfonso III la peña de Morés en 1286.

El matrimonio de su hija Constanza Gil de Vidauré con Lope Fernández de Luna o de Luceni, que murió en 1324, entroncó Morés con los Fernández de Luna.

En 1409 era de Antón de Luna, siéndole confiscada a éste el 10 de octubre de 1412, ya que fue excomulgado por Benedicto XIII, por la muerte violenta en 1411 del arzobispo de Zaragoza don García Fer­nández de Heredia. En 1411 y en plena guerra civil, en el pleito dinástico, el castillo de Morés fue destruido en 1411 por los Urrea, enemigos de los Luna, quienes obtuvieron del nuevo rey elegido en el Com­promiso de Caspe, Fernando I, el castillo de Morés. Así en 1415 Femando I dio Morés a Pedro Jiménez de Urrea y a sus descendientes.

En 1423 pertenecía a Tere­sa de Hijar y en 1499 era de Miguel Jiménez de Urrea, conde de Aranda.

Es tradición que estuvo Al­manzor en su castillo.

El cementerio musulmán de Morés se encontraba en el barrio de Suso.

Soneto a Morés

(Por PEDRO FEBREL)
Baluarte antiguo del poder del moro
que vestigios dejó tan elocuentes;
histórica ciudad donde sus gentes
guardan la tradición como un tesoro.

El Jalón, a su paso, te enriquece
manteniendo tus fueros ancestrales,
salpicando de chopos y frutales
la fértil huerta que a su orilla crece.

Quiero, Morés, cantarte con mis versos
en la frondosa huerta de tus valles...
Quiero buscar la paz de mi universo
entre tus moradores más sencillos.
Quiero ruar tranquilo por tus calles,
entre el río, el Calvario y el castillo.

Madoz e hijos ilustres

En el diccionario de Madoz (1845-1850), Morés tenía 90 casas que formaban cinco calles, casi todas empe­dradas y tres plazas. A la es­cuela de niños concurrían 30, dotada con 2.000 reales, a la de niñas, que era particular, asistían 12. La iglesia era ser­vida por un vicario que nom­braba el conde de Aranda y dos beneficiados. Tenía ade­más dos ermitas, la de San Félix y la de San Antonio.

El pueblo tenía tres dehe­sas, un molino harinero, otro de aceite y dos tiendas abace­rías. Se cosechaba trigo, ce­bada, vino, aceite, judias, cá­ñamo, lino, frutas y legum­bres. Entonces Morés tenía 63 vecinos y 300 almas. El Presupuesto municipal as­cendía a 5.670 reales.

En 1495 contaba con 61 fuegos (7 cristianos y 54 mu­sulmanes), 60 fuegos en 1543. En 1610 fueron expulsados 980 moriscos. En 1646 con­taba con 71 fuegos, 65 veci­nos en 1713, 31 vecinos en 1717, los mismos que en 1722 y que en 1787. Tenía 100 vecinos en 1791.

Entre sus hijos ilustres cabe destacar a Josef Delgado y Villalba, que vivió durante los siglos XVII y XVIII. Fue canónigo magistral de la ca­tedral de Albarracín. Y sobre­todo a Faustino Sancho y Gil (Morés 1850, Epila 1896). Destacado político, escritor de memorias y biografías y culto orador, fue diputado provincial y diputado a Cor­tes por Tarazona, presidente del Ateneo de Zaragoza, individuo de varias academias y por dos veces presidente de los Juegos Florales de Calata­yud.

La iglesia parroquial de Morés

La iglesia parroquial de la Asunción es un edificio construido en los últimos años del siglo XVIII, de regulares proporciones, de estilo barroco, planta rectangular de tres naves separadas por pilastras de planta de cruz de orden corintio, cabecera plana. Se cubre por bóveda de cañón, y el crucero, no acusado en planta, con cúpula semiesférica sobre pechinas con ventanas practicadas en el intradós. Tiene torre en los pies y lado de la epístola, sobre planta cuadrada.

Retablo de la Inmaculada. - Es de mediados del siglo XVII, en madera con columnas estriadas en espiral, fron­tones curvos y curvos partidos. En el remate hay un lienzo sumamente ennegrecido de la época del retablo.

Retablo Mayor.- Obra de principios del siglo XIX de carácter neoclásico con imágenes de San José, La Asunción de la Virgen y San Francisco de Asís, de escuela catalana del pasado siglo.

Retablo del Santo Cristo.- Retablo de fines del siglo XVII con columnas estriadas en espiral que sostienen un frontón de volutas. La imagen de Cristo crucificado es una obra de carácter devoto de la época. Sobre el frontón se guardan dos tablas pintadas con profetas, de escuela arago­nesa, del siglo XVI.

En la sacristía se guarda una escultura de San Pedro Nolasco, en alabastro, del siglo XVII, y una cruz procesio­nal de plata en su color con punzones de Olaso y Zaragoza, del siglo XVIII.

Curiosidades de Morés

(Por ESTER SERRANO ANDRES)

¿Sabías que los primeros datos que se registraron en los libros de la parroquia datan de 1588?

¿Sabías que el puente sobre el río se construyó por iniciativa del diputado Sr. Monares en el año 1897?

¿Sabías que en el paraje de la Tejería estuvo el primer campo de fútbol y que fue nivelado por las vacas de la familia de Leoncio Roy?

¿Sabías que la sabanilla o paño de altar más rico hecho a mano en Morés, es el que hizo Carmen Castellón Rubio para la Virgen del Carmen y que tiene un encaje a bolillos con hojas de guipur?

¿Sabías que en el lugar donde hoy viven David Grima y familia, existió una era donde se fundie­ron las campanas con monedas que donaba la gente del pueblo?

¿Sabías que la corriente eléctrica llegó a Morés en el año 1901?

¿Sabías que el cementerio nuevo se construyó en el año 1928 siendo alcalde Basilio Ibañez y la primera persona que recibió sepultura fue Dionisia Arantegui?

¿Sabías que la cofradía de la Virgen del Carmen la fundó Victoria Relancio?

¿Sabías que el antiguo lavadero se hizo en el año 1932 y se derrumbó en el año 1974?

¿Sabías que la iglesia parroquial la mandó construir en el año 1799 la condesa de Aranda, que es de estilo barroco y se encuentra bajo la advocación de la Asunción de la Virgen?

¿Sabías que la estación de FF.CC. de Morés está situada en el Km. 263’6 desde Madrid en la línea Madrid Atocha-Barcelona por Caspe y Tarragona, pertenece a la 2ª Zona de Renfe, su altitud sobre el nivel del mar es de 433 m. y que el tramo de Alhama de Aragón-Grisén, en el que se encuentra dicha estación, fue termi­nado el 25 de mayo de 1863 y perteneció a la Compañía M.Z.A.?

¿Sabías que del año 1919 al 1930, en casa de Antonio Bueno se proyectó por primera vez el cine mudo y el hablado o sonoro empezó a proyectarse en casa de Martín Ortiz, del año 1933 a 1970, y el primer operador que hubo fue Paquito el de Brea?

¿Sabías que los plátanos de la carretera se plantaron en 1916 y las acacias en 1923?

¿Sabías que la casa más vieja que se conserva en pie es conocida por la casa de las Huizas?

¿Sabías que las escuelas las donó Dª Francisca Gil de la Riva al pueblo de Morés en 1913 y mientras sean escuelas y católicas, seguirán siendo beneficiarios los escolares de nuestro pueblo?

¿Sabías que siendo alcalde Domingo Morlanes se plantó el pinar a zofra en 1925?

¿Sabías que en los últimos años de la década de los 40 y primeros de los 50, Morés contaba con dos equipos de fútbol, el titular llamado Aupi y el juvenil llamado San Félix? El Aupi jugaba con camiseta roja y calzón azul y parte de sus componentes eran Lapresa, Manuel, López, Borque, Santos, Yarza, Dorín, Paco Joven, Luis Lozano, Isaías Cardiel, Rafael Joven, Agustín Mateo, Bautista Cardiel, José Benedí, Hermoneges Embid, Aurelio Gasca, José Aznar, Luis Mingotes, etc. El presidente era Angel Ereza de Castro y el entrenador Orcina. Como datos curiosos diremos que Isaías Cardiel jugaba siempre con un cachirulo en la cabeza y Lapresa paró goles cantados a ritmo de balet, los difíciles, los fáciles se tiraba a por el balón cuando éste ya estaba dentro de la portería. Los goles que marcaba el Aupi eran aplaudidos con cencerro por Milagros Roy.

La ermita de San Félix de Morés

La ermita de San Félix, Patrón de Morés, fue construida con piedra de sille­ría las esquinas y con mampostería el resto, tiene una planta rectangular con cabecera plana. Según reza una inscrip­ción, en el año 1690 se restauró sustitu­yéndose la cubierta de madera por la ac­tual bóveda de lunetos, probablemente encamonada. Uno de los arcos se decoró con lacería en yeso. La iglesia se pintó totalmente en negro, cubriéndose con es­cenas de caza debidas a los pintores Die­go González, Miguel Ponce y Fernando Ponce, fechadas en 1699. El retablo, fe­chado en 1658, es aún de tipo herreriano y tiene una pintura del Calvario bien lo­grada. El retablo se hizo con limosnas, acabándose el 25 de julio. Sobre el altar hay unos pequeños lienzos que repre­sentan a Santiago, San Roque, San Jorge, y puede que San Antón o San Blas. En el centro se representa el martirio de San Félix.

En la primera bóveda de la derecha, una inscripción dice: En el año de 1698 la volvieron de bóveda Martín Angiz y Pedro Verdexo e hizo el balagoste Pas­cual Martínez. La blanquearon Pedro Berdejo y Bartolomé Domingo.

En la pared se apunta: La hicieron entre 60 cofrades y los asistentes fueron el Licenciado Félix Gil y Joseph Quenca, ayudó a pintar Diego Garcés.

El púlpito lo pintó Eusebio Obazo, siendo jefe de la estación de Morés, el 6 de mayo de 1866, según queda escrito en él.

La última restauración dala de 1987, con la recuperación de las pinturas mura­les a cargo de la D.G.A., con presupuesto de seis millones. Los vecinos en esta ocasión aportaron 674.291 pesetas, siendo los gastos, con los bancos y las plantas de los alrededores, 427.888 pese­tas.

A San Félix se le solemniza con un novenario. El día 29 de mayo, víspera del Santo, se llega en procesión hasta la er­mita, se celebran las Completas y se re­gresa a la parroquia, donde el día 30 de mayo se celebra la misa del Patrón.

Se conoce una tradición que publicó Faustino Sancho en El Museo de Málaga el 25 de julio de 1880, tiulada «El rosal del ángel». En Morés, al pie de un monte y entre olivos, se encontraba la ermita de San Félix. El pequeño santuario estaba rodeado de un jardín, con un rosal singu­lar, donde cantaba y anidaba un ruiseñor. Sus rosas servían para adornar el altar de San Félix. Después de la ceremonia del 30 de mayo, los muchachos entonaban un himno, en torno al rosal. El sacerdote bendecía los capullos y las mujeres devo­tas los recogían para ponerlos en casa como talismán. Este rosal era conocido como el rosal del ángel. En tiempos, los vecinos de Morés contaban que cada día al amanecer, caía del cielo una escalinata de rosas, por las que bajaban los ángeles a regar el rosal de San Félix y cortaban las rosas que necesitaban para renovar la corona de la Virgen.

Gozos de San Félix

Félix bienaventurado,
pues tanto con Dios podéis,
libra de toda desgracia
los devotos que tenéis,
que tenéis, los devotos que tenéis.

Nacistéis noble en el suelo
de la ilustre Romanía,
desde niño en vos crecía
la virtud con grande anhelo,
de alcanzar del Rey del cielo
cuanto ahora poseéis,
poseéis, cuanto ahora poseéis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

Cuando afligidos nos véis
con alguna enfermedad,
usáis luego de piedad
y señaláis ciertos vemos,
golpes dais y conocemos
que ya nos favorecéis,
favorecéis, que ya nos favorecéis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

El teneros por Patrón
fue una elección milagrosa
y fue esta villa dichosa
en lograr tu protección,
tres veces se hizo elección
por suerte nunca cedéis,
cedéis, por suerte nunca cedéis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

Cuando esta villa afligida
por falta de agua se halló,
si a tu novena acudió,
luego se halló socorrida,
parece que prevenida,
agua en la mano tenéis,
tenéis, agua en la mano tenéis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

Al ir tu reliquia un día
por el pueblo en procesión,
según firme tradición
una casa se caía,
tu poder la detenía,
hasta que libre la véis,
la véis, hasta que libre la véis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

Pues sois Santo sin igual
y de Morés sois Patrón,
echanos tu bendición
con afecto paternal,
pues que vuestro amor filial,
en todo reconocéis,
reconocéis, en todo reconocéis.
Libra de toda desgracia
los devotos que tenéis.

La ermita de San Antonio de Morés

Esta ermita se encuentra a la entra­da de Morés, viniendo por la carretera de Saviñán, custodiada por dos altos cipre­ses. La emiita de San Antonio se constru­yó a expensas de la familia Sancho y Gil con la intención de que sirviera de pan­teón familiar, como así ocurrió, pues en su cripta reposan varios miembros de la citada familia, entre ellos Faustino San­cho y Gil, cuyos restos se exhumaron el 14 de noviembre de 1910 en Epila, lle­gando el féretro a Mores en tren, al día siguiente.

Cabe recordar que Manuel Sancho y Gascón, que casó en 1857 con Francisca Gil, al morir su esposo Faustino Sancho Gascón en 1855, a causa del cólera, mo­rirá el 24 de julio de 1894. Ya se publicó en esta revista una carta del obispo de Tarazona, Juan Soldevilla Romero, fe­chada en Tarazona el 8 de abril de 1895 y dirigida a Madrid, a la atención de Faustino Sancho y Gil, que a la sazón era diputado a Cortes por Tarazona.

En ella, el obispo de Tarazona decía haber llegado el día 7 de Zaragoza, donde había estado unos días para asistir a los funerales del Excmo. Sr. Cardenal Bena­vides (Baeza, 1810 - Zaragoza, 31-3-1895). A su vuelta a Tarazona, había en­contrado la carta de Sancho y Gil, con una instancia. El obispo Soldevilla escribía por mano de su secretario. «Creo sería conveniente que por documento V. se obligase a reparar la capilla según pro­yecto que merezca la aprobación del Pre­lado y además para asegurar los fines piadosos, depositar cierta cantidad en va­lores del 4 %, que diese la renta suficiente para atender a la conservación y reparos que en adelante fuese preciso ejecutar en la ermita de San Antonio, y si algún so­brante hubiere, invertirlo en sufragios por las almas de los difuntos para quien V. se creyere más obligado».

Por aquellas mismas fechas, el 24 de junio de 1895, el obispo de Tarazona se dirige a Faustino Sancho y Gil, para tratar el asunto de la casa rectoral de Morés. En ella, el obispo imponía las condiciones jurídicas de la cesión, que debían figurar en la futura escritura. Francisca Gil de la Riva, madre de Faustino Sancho aparece como donante del edificio.

El obispo pedía que la escritura de cesión debía ir a su nombre, señalando que era voluntad de la donante, que la casa se destinase a casa rectoral, negando que cualquier autoridad civil pudiera ha­cerse con la casa, y si llegase el caso, la donante declarase como dueño y propie­tario al prelado, para que dispusiera libre­mente con dominio particular y absoluto. Imponía que el número de misas anuales por la intención y obligación de la donan­te, sería de doce.

La cofradía de San Antonio se preo­cupa de la ermita y se hace cargo de los actos y celebraciones, en la festividad de San Antonio de Padua.

En Morés se conserva de tiempos in­memoriales el carnaval, la sanjuanada y las hogueras de San Antón y San Babil.

Gozos al Glorioso San Antonio de Padua

Pues vuestros santos favores,
dan de quien sois testimonio,
humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Vuestra palabra divina
forzó a los peces del mar
que saliesen a escuchar
vuestro sermón y doctrina;
y fue, pues, tan peregrina,
que extirpó diez mil errores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Vos sois de la tempestad
el amparo milagroso,
del incendio riguroso
agua de la caridad,
puerto de seguridad
del mar y de sus rigores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Sanáis mudos y tullidos,
paralíticos, leprosos,
a endemoniados furiosos
restituís los sentidos;
volvéis los bienes perdidos
y curáis todos dolores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Sanáis de gota coral
a contrahechos y llagados,
consoláis desconsolados
y curáis de cualquier mal,
cual médico celestial
a quien hace Dios favores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

De tres días ahogados
resucitasteis diez niños,
y dos, cual bellos armiños,
de sucesos desastrados,
porque sus padres amados
lloraban por sus amores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Dais al que con santo celo
y fervorosa oración
os pide de bendición
el fruto por su consuelo,
pues hacéis celo del cielo
y aún otras cosas mayores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Sois de Jesús tan amado
que con él sólo gozáis,
y os hace, porque le amáis,
su profeta regalado,
su celador estimado
y luz de los confesores.
Humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Pues vuestros santos favores
dan de quien sois testimonio,
humilde y glorioso Antonio,
rogad por los pecadores.

Traslado de los restos de Faustino Sancho a Morés en 1910

(Por F. TOBAJAS GALLEGO)
En el número correspondiente al 21 de noviembre de 1910 de Heraldo de Aragón, apareció una crónica firmada por Pas­cual, que decía ser el corresponsal del periódico en Morés, refi­riendo la visita del obispo de Tarazona a este pueblo y el traslado de los restos de Faustino Sancho.

El obispo de Tarazona, Santiago Ozcoidi, llegó a Morés el 11 de noviembre a las 11 y cuarto de la mañana, con el fin de realizar una visita pastoral. Iba acompañado por Valentln Marco, Vicario General de Calatayud, Bernardo Aroz, secretario de la Santa Visita y Teodoro Uriarte, secretario del obispo.

Aunque la mañana fue desapacible, acudieron a recibirle las autoridades locales, diferentes personalidades de la villa y los niños de ambas escuelas, presididos por sus respectivos profeso­res. Llegados al templo y después de las preces del ritual, el obispo entró bajo palio, pronunciando una plática desde el presbiterio, visitando al Santísimo y la pila bautismal. Se rezaron además los correspondientes responsos y el obispo dio la confirmación a 242 niños de aquella parroquia, 59 de Purroy, 12 de Viver de la Sierra y unos 20 de Sestrica, siendo los padrinos Petra Gil Larraga y su hijo Manuel Giménez.

El obispo, después de comer en casa del párroco, visitó la ermita de San Antonio de Padua, construida a expensas de la familia Sancho y Gil.

El corresponsal también relataba el traslado de los restos de Faustino Sancho a Morés. Así el día 14 de noviembre, previa autorización de las autoridades, se había llevado a cabo en Epila la exhumación del cadáver de Faustino Sancho y Gil, en una ceremonia presidida por su hijo Gonzalo Sancho Muñoz, Carlos Lorea, beneficiado del Pilar y capellán de la familia, Enrique Vililla, Pedro Bergua, Ignacio Agüero, amigos ínti­mos de la familia y diferentes personalidades de Epila. Una vez exhumado el cadáver, se cambió de féretro, se rezó un responso y fue trasladado a la estación ferroviaria a hombros de cuatro jornaleros de Morés, antiguos servidores de la casa de Francisca Gil. El féretro se colocó en un vagón cerrado, en espera del tren que debía conducirle a Morés.

Narciso Herrero firmó en Morés otra crónica el 16 de noviembre, que fue publicada en La Correspondencia de Aragón, periódico republica­no radical de Zaragoza el día 18, en la que se hacía eco del traslado de los restos de Faus­tino Sancho a Morés, desde La Viñaza (Epila), donde se había llevado a cabo la exhumación, colocándose en el féretro una corona con «sentida dedicatoria». El día 15 fue trasladado desde La Viñaza a la estación de Epila, siendo acompañado por epilenses de todas las clases sociales. El mismo día llegó a la estación de Morés. Allí estaban Fernando Sancho Muñoz, segundo hijo de Faustino, Joaquín Larriba, Igna­cio Garchitorena, Justiniano Gaspar, Daniel Marco, la Corporación Municipal, presidida por el alcalde Antonio Serrano, Timo­teo Ortiz, juez municipal, Manuel y Rafael Giménez, Ezequiel Todo, numerosos parientes de la familia, Antonio Sangrós, admi­nistrador general de la casa Sancho y Gil, Francisco Francés, Narciso Herrero, Roque Gasca (hijo), Silvestre Pola, Pablo Pas­cual, Quinciano Yarza, Angel Irigoyen, y otros muchos que el corresponsal decía no recordar. También estaban presentes Ma­nuel Trigo y Dionisia Nieves Gracia, con los niños y niñas de sus respectivas escuelas de primera enseñanza, además de los jorna­leros, operarios y servidumbre de la familia.

A la llegada del tren mixto, se separó el vagón del convoy, se abrió y se extrajo el féretro que llevaba una corona a la cabecera, dedicada por la madre de Faustino Sancho, Francisca Gil de la Riva. Carlos Lorea rezó un responso y a continuación la comitiva se puso en marcha. Delante iban los niños, seguidos por el féretro, llevado por criados de la casa. El duelo estaba presidido por Carlos Lores y por Gonzalo y Fernando Sancho Muñoz. Narciso Herrero escribía que en el rostro de todos los allí presentes se reflejaba «una mezcla de dolor y satisfacción al ver ya realizados los justos y unánimes deseos de tener ya con nosotros los restos de aquel que tantos cariños, respetos y admiración supo conquis­tar en el pueblo que le vio nacer. »

Pascual, en Heraldo de Aragón, refería que en las afueras del pueblo aguardaban a la comitiva el clero parroquial, con cruz alzada, reforzado por los sa­cerdotes de Sabiñan, Viver de la Sierra, Sestrica, Illueca, Brea, Purroy y Villanueva de Chodes. La comitiva siguió por la calle Baja, plaza de la Constitución y calles de San­cho y Gil y Monares, hasta la ermita de San Antonio de Pa­dua. El féretro fue bajado a la cripta de la ermita donde se encontraba el panteón fami­liar y donde fue enterrado. Ce­lebró misa Cosme Olloqui, párroco de Morés, asistido por los curas de Viver y Purroy. Por la noche celebró una misa rezada Carlos Lorea.

Desde las páginas del pe­riódico se daba el pésame a Francisca Gil y a sus nietos Gonzalo, Fernando y Pepita. Mª Dolores Muñoz y Manza­no, viuda de Sancho y Gil, había muerto recientemente en Zaragoza, el 17 de octubre de aquel mismo año de 1910, siendo enterrada en Torrero. Su hermano el conde de La Viñaza era por entonces em­bajador de España en Rusia.

La expulsión de los moriscos de Morés

(Por F. TOBAJAS GALLEGO)
A partir de 1526, año en que se produjo la forzosa conversión, los mudé­jares serán conocidos con el nombre de moriscos o cristianos nuevos. Por los años 1564-1566, años de auje del bando­lerismo aragonés, los moriscos de las co­marcas de Calatayud y Villafeliche, fa­bricaban armas que enviaban a sus her­manos de Valencia. Tras la toma de la Goleta por los turcos en 1574, los moris­cos representaron en Borja y Maleján dos obras de teatro, celebrándose fiestas en otros lugares. En un informe se lee: «El vicario de Morés dize que en Morés no se ha hecho fiestas porque el conde de Aranda no ha dado licencia se hagan en su tierra, mas que, a la sazón que vino nueva de la pérdida de la Goleta que muchas moras del dicho lugar fueron hasta la plaza con una pandera cantando y haziendo mucho regocijo».

Los moriscos aragoneses fueron des­armados en 1575 y 1593. El 25 de no­viembre de 1609, el Consejo de Aragón comunicó a Felipe III la toma de posesión del nuevo virrey don Gastón de Monca­da, marqués de Aytona, quien, mientras se ultimaban los preparativos de la expul­sión de los moriscos aragoneses, ordenó la confección de un censo detallado de los cristianos nuevos.

El 17 de abril de 1610, Felipe III firmó en Valladolid la orden de expulsión de los moriscos aragoneses, que fue pu­blicado en Zaragoza el 29 de mayo, con estas claúsulas:

a) Todos los moriscos de Aragón asi hombres como mujeres y sus hijos, a los tres días de publicado el bando, «salgan de su casa y vayan a embarcarse a la parte donde el comisario que fuere a tratar desto les ordenare. Y se les permi­tirá que lleven consigo de sus haciendas muebles, lo que pudieren en sus perso­nas, para embarcarse en las galeras y navíos que están aprestados para llevar­los adonde huvieren de ir... advirtiendo que los mismos moriscos lleven lo que huvieren menester para su sustento».

b) Pena de muerte al morisco que huya o entierre, queme o destruya la ha­cienda que no pueda llevarse.

c) Los menores de cuatro años que quieran quedarse y sus padres o curado­res lo autoricen podrán hacerlo.

d) Podrán quedarse los cristianos vie­jos casados con moriscas, así como éstas y los hijos de ambos; y también los que por su propia voluntad hubiesen venido de Berbería a convertirse y sus descen­dientes. También podrán quedarse los es­clavos.

e) El morisco que estuviese casado con cristiana vieja será expelido y los hijos del matrimonio menores de seis años quedarán con la madre, si ésta opta­ra por permanecer en el reino.

f) Podrán quedarse los que notoria­mente fuesen buenos cristianos. Ello ha­brá de probarse por bastantes y legítimas informaciones.

g) Ningún cristiano viejo podrá ocul­tar a los moriscos ni hacerse cargo de sus bienes, ni aconsejarles en ambos senti­dos, bajo pena de seis años de galeras y otras reservadas al arbitrio del virrey.

h) Queda terminantemente prohibido vejar a los moriscos.

El marqués de Aytona repartió a los moriscos en 35 agrupaciones, que debían concentrarse en Favara, Maella, Valde­rrobles, Peñarroya y Aguaviva, pero Agustín Mejía llegó a Zaragoza con ins­trucciones del rey, lo que obligó a Aytona a modificar sus planes, pues Felipe III permitía «el poderse encaminar algunos moriscos por Francia... lo que será faci­litar mucho esto».

De Morés salieron 980 moriscos, de las 196 casas contabilizadas en el censo. Se reunieron en Sabiñán con los moriscos del lugar y con los de Purroy, siguiendo el tránsito 26, que los llevó por Alpartir, Paniza, Azuara, Lécera, Samper, Caspe y Maella, último lugar de Aragón.

Ojeando el índice de los libros de la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Morés, se puede ver que los nacimientos se mantuvieron casi constantes desde 1609 a 1620, variando desde los 9 bauti­zados de 1614 hasta los 15 de 1618, aun­que el año de la expulsión, sólo se conta­bilizaron 3 bautizados. Con esto se puede asegurar que la repoblación de Morés sería casi inmediata, pues ya en 1611 se registran 12 nacimientos. Igual número se contabilizó en 1609, con los nombres siguientes: Francisco Calavera de Fer­nando y Francisca Maestro, Isabel Mo­mim de Diego y María la Lumana, Jacin­ta Almocaten de Francisco y María la Coclora, María Durman de Jerónimo e Isabel Sayas, Gaspar Navarro de Geróni­mo y Violante de Fee, Isabel Luman de Francisco y N. la Sevillana, Juan Cisos Veluis de Luis y Ana la Meja, Ana Coclor de Jerónimo y Gracia Colato, María Alhoti de Alejandro y Beatriz la Maja, An­gela Alejo de Miguel y Gerónima la Fer­mosa, Isabel Alpucear de Gaspar y Bea­triz la Almocatona y Gracia Fortales de Gerónimo y María la Navarra.

En 1610 sólo hay anotados 3 bautiza­dos; María Garay, Diego Bueso y Anas­tasia Alegre. A partir de este año los ape­llidos que se repiten son Ximeno, Visie­do, Torrijo, Pascual, Paciencia, Berdexo, Palacios, Martínez, Roy, Trigo, Bueso, Baquero, Pérez, Gil y Rincón, entre otros.

Referente a los matrimonios hay una gran variación entre 1601 y 1620, osci­lando entre un matrimonio celebrado en los años 1610,1611 y 1617 y los ocho, el máximo, celebrados en 1612, aunque la media sería de tres por año. En 1609 se contabilizaron dos matrimonios, el de Ju­lio Aldali con Gracia Rebollo y el de Gaspar Mejo con Ana Caydo. En 1610 solamente uno, el de Julio Granada con Gracia Navarro, celebrado el 18 de enero.

Referente a los difuntos también hay una gran variacción. Se contabilizaron 22 en 1601 y 23 en 1611. Menos de diez se anotaron en los años 1604, 1605, 1609, 1612, 1613, 1614, 1617, 1618 y 1620. Y entre diez y veinte difuntos, los restantes años que van de 1601 a 1620. Entre los apellidos que se repiten hasta 1610, están el de Alvillena, Durman, Taymil, De Co­lato, Ferrero y de Sestrica. Y a partir de 1610 se registran los de López, Pérez, Lázaro, Rodrigo, Torrecillas, Ormigón, Montesinos, Caro y Bueso, entre otros. Hay que anotar que faltan las partidas de 1610. Muchas de estas partidas de defun­ción eran de niños de corta edad.

Cabe anotar que en 1610 tomó pose­sión de la Vicaría de Morés, Mosén Marcos Cornelio de Lizaga, Racionero de la villa de Epila.